NO SOMOS MAQUINAS, SOMOS PERSONAS


Eli (nombre cambiado, 50 años, Honduras) vino a España hace más de tres años. En Honduras trabajaba como administrativa en empresas relacionadas con servicios militares estadounidenses. Este trabajo le permitió viajar mucho: Singapur, México, incluso en Medio Oriente, a donde en la última misión pasó un año y medio. Cuando se terminaron estos contratos, y puesto que tiene un nivel de ingles muy alto, consiguió trabajo como profesora de ingles en una escuela publica en Honduras. 

Eli es una madre soltera y la educación de su hija, que hoy ya tiene 23 años, fue siempre para ella de primordial preocupación. Es por eso que, hace más de tres años, decidió emigrar a España. Tenía ahorros para pagar la Universidad de su hija, pero a condición de que no ocurra ningún imprevisto, cosa que en la vida normal es imposible, aun más tomando en cuenta que su hija necesita más de atención por ser mal oyente.

Eli no tiene papeles y desde que llegó a España, trabaja para una familia de muy alta clase y bien relacionada. Trabaja de interna, ocupándose de una familia con cuatro hijos. Una vez a la semana, el día de su descanso, se va a su habitación que alquila en una casa a donde viven otros 6 personas.

Para Eli lo más duro fue adaptarse a la realidad de una empleada de hogar, o más bien al trato, que muchas de ellas reciben por parte de sus empleadores. Un trato a menudo inhumano, a donde reina la infravaloración de estas mujeres como personas. A lo cual se añaden horas interminables de trabajo diario, mal pagadas y la sensación de ser un simple electrodoméstico a disposición total de los empleadores. Eli además tiene artrosis y, en a penas 3 años y medio, el trabajo le dejo en herencia fuertes varices en las piernas.

“Yo miro a mi jefa, es una mujer que luce. Está bien cuidada, perfecta… y me digo - ¿cómo es posible que tengamos casi la misma edad y sin embargo tenemos el aspecto tan diferente? – y claro…. Soy yo quien carga con todas las dificultades físicas de la casa, con la limpieza, con los problemas, con los niños. Es normal que yo este gastada… pero me siento orgullosa. Cuando me miro mis manos destruidas, me digo mis manos se destruyeron, todo mi sistema se destruyó pero logré mi objetivo y como ser humano me he levantado. Todos como seres humanos al final nos tenemos que aprender a valorar, nada es vergonzoso si lo haces con dignidad.” – Eli

Eli trabaja 15 horas al día y durante la pandemia tuvo que quedarse encerrada en la casa con sus jefes. Fue duro, porque ni físicamente ni psicológicamente pudo descansar en ningún momento. - “Pienso que durante el confinamiento, las chicas, las que nos quedamos encerradas con nuestros empleadores, lo vivimos muy duro, muy fuerte. Psicológicamente, físicamente, nos desgastamos, terrible… pienso que nos desgastamos mucho. Y a la mayoría de las chicas no nos remuneraron nada por horas suplementarias. Muchas chicas después fueron despedidas, porque algunas de ellas solicitaron que les remuneraran el tiempo y a algunas les dijeron que si y las despidieron y algunas que no y si no te gusta, también a la calle.” - Eli

Eli dice que todavía tiene que aguantar un año, pero quiere volver a su país en cuando pueda. Aquí, si resistió todo este tiempo es gracias al apoyo de otras compañeras. Conoció a una asociación Senda de Cuidados*, que le ayudó con empadronamiento y ahora con el procedimiento para obtener papales. Entró también en la asociación de empleadas de hogar  Territorio Domestico**, a donde conoció a otras mujeres que viven la misma o incluso peor situación que ella. Entre todas se apoyan, comparten historias, consejos, ayuda. Ven que lo que les pasa no es su culpa y sobre todo, se sienten menos solas.

“En la Senda de Cuidados me encontré con Maite (una trabajadora social-h.j), ese día fue un momento para mi muy bello porque la forma en la que Maite me trató, fue muy cálida. La expresión de sus ojos, su cariño, me hizo volver a sentir que yo era una persona y, después de estos años trabajando y ser tratada como una maquina sin alma, sentir que alguien te mira como una persona, como un ser humano… eso es maravilloso. 

Yo pensaba que dado que la gente lee tantas obras maestras, tanta filosofía y tantas ideas que otros traducen en libros, pensé que esto te hace una mejor persona. Por eso también me ha resultado difícil entender lo que puedo ver aquí. Porque casi en todas las casas donde trabajamos los dueños tienen bibliotecas hermosas, con literatura preciosa, y yo me pregunto: ¿qué diablos hacen con lo que han leído? ¡No los convierte en mejores personas! Y eso es impactante.” – Eli



PODCAST


Para saber más: 

*SENDA DE CUIDADOStrabajo y cuidados dignos - asociación sin ánimo de lucro (Madrid). 

**TERRITORIO DOMÉSTICOColectivo feminista y mestizo de mujeres, muchas empleadas de hogar, otras no, que reivindicamos la visibilización y reorganización social de los cuidados (Madrid). 

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